viernes, 6 de enero de 2012









   "En un oscuro bosque, a las afueras de un pequeño pueblo, los árboles, como cada otoño, se habían quedado sin hojas. Tras él, había una acogedora casa en la que vivía una ancianita. Todos los días al atardecer tenía que cruzar el bosque para volver a su casa, ya que el pueblo se encontraba al otro lado. Conocía aquel lugar como la palma de su mano, pero a pesar de ello, el camino le parecía oscuro y solitario, y por eso desde hacía algún tiempo cuidaba luciérnagas. Quería que éstas le alumbraran cada día el camino de vuelta y así sentirse acompañada durante el trayecto. Pero pronto, la ancianita empezó a enfermar y cada vez le costaba más recorrer el camino, hasta que un día ya no pudo hacerlo".

   Cuenta la leyenda que tras morir la anciana cuidadora de luciérnagas, las ramas de los árboles del bosque crecieron y se unieron hasta formar jaulas. Las luciérnagas salieron a la arboleda y descubrieron en estas jaulas, un sitio perfecto para quedarse. Desde entonces el bosque se ilumina cada noche, nunca más volvió a ser oscuro y solitario, y todos los habitantes del pueblo le llaman el bosque de las jaulas de luz.